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Pareciera
que la visualidad, los códigos, los signos en nuestros días -la
transmodernidad- se comportaran de una manera más austera, más pausada, como si
ya se hubieran agotado las superficies y las imágenes. Donde cesaron de cargar
tanta información, tantos referentes.
La
mesura frente al quiebre y el desplazamiento, ya no se quiere referenciar,
signos cautos que nos hablan de sensaciones hiperrealistas o de hipersueños.
Y
es entonces que al enfrentarnos a esta disposición de colores, objetos
referenciales, estructuras pregnantes de otra época, sensaciones, delirios,
pensamos o más bien sentimos que algo nos descoloca. O es que el artista nos
quiere gritar un poquito más fuerte en el oído, quiere ponernos una superficie
cargada de símbolos que de un tiempo a esta parte se nos había olvidado.
La
ausencia o cautela para invadirnos, se revierte en los lienzos. Nos recuerda
que por más que nos despojemos de la historia, en tanto materia o símbolos, es
inevitable que haya alguien que los recupera y los pone en evidencia en el
sustrato del lienzo.
Ciertamente
es que en la obra de Ses Paradise, no solo se nos dice que es necesario volver
a los referentes para saber en que estamos, a los símbolos que vivieron, sino que también vemos que las pasiones
inmiscuidas, el caos es necesario para el espíritu.
Naturaleza
corpórea con ansias, textos que viajan por los inconscientes, figuras, colores.
Metarrelatos que capturan, que se abren, que se cierran. Dentro de cada obra
que pareciera desear encerrar ciertos elementos totalizantes, de una
homologación transmoderna, se pasa a una singularidad, efecto unívoco de las
fuerzas.
Tan
potente en su estética, amable agresividad en la disposición de los
componentes. Entendemos que en esta superposición de significantes, hay una visceralidad
que re ordena, caos aparente, calma en la fuerza.
Elementos
vivos, espectros de la luz, los colores, las palabras, los símbolos. Crítica y
anunciación de que los días que vivimos, quedan muchos. No nos sumemos en el
hastío y el letargo. Hay espacio para seguir gritando, para seguir soñando
dentro del caos.